
Me di cuenta de que la lesión era más seria de lo que pensaba. Paré de correr y terminé yendo al médico. Este me mandó al especialista. Me explicó que padecía una fascitis plantar. Me pasó unas pastillas antiinflamatorias, unas sesiones de fisioterapia y comentó cómo hacer algunos estiramientos.
Tomé los medicamentos, continué sin correr durante dos meses y viendo que no acababa de recuperar comencé con la fisioterapia.
Lo he pasado bastante mal. Desde la frustración de no haber podido correr y haber perdido la forma, hasta mucha ansiedad por tener que quedarme en casa cuando me apetecía hacer deporte. Tan solo daba algunos paseos en bicicleta, ya que, por suerte, no me molestaba.
Ahora, varios meses después de haber empezado a sentir los problemas, el dolor ha bajado mucho, aunque no ha desaparecido.
Esta semana he arriesgado y he salido dos días a correr. Afortunadamente no he sentido nada de dolor. Creo que puedo volver a correr, pese a que lo haga con miedo.
Siempre, después de haber corrido, me aplico mucho hielo y crema antiinflamatoria. Estoy muy motivado porque parece que puedo volver a correr. Espero que si aumento la intensidad no vuelva el dolor.
Por momentos he pensado que no iba a poder continuar. He leído que en algunas ocasiones la fascitis plantar es crónica. Ahora empiezo a ver la luz al final del túnel. Finalmente, el que quería que fuese mi mejor año, se ha convertido en un año en blanco, con mucha frustración pero también, con algunas enseñanzas importantes de las que os hablaré en el próximo artículo.
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